viernes, 30 de mayo de 2014

NO TE ENAMORES DE UNA MUJER QUE SE HACE LA DIFÍCIL

No te enamores de una mujer que se hace la difícil. Porque la mujer que se hace la difícil es errante, desconocida, cambiante: no sabrás describirla a ciencia cierta, a cuestión de adjetivos comunes. La mujer que se hace la difícil cambia, deja, se aleja, vuelve, se arrepiente. La mujer que se hace la difícil lee, escribe, canta, actúa, baila, trabaja y estudia con mucho pesar al siempre tener conflictos con la autoridad y los trámites. La mujer que se hace la difícil se gana la vida por sí sola, no necesita de nadie que la ayude para ser todo lo que quiere ser: ella misma.
No te conviene. Para empezar, enamorarla se cree que es imposible. ¿Rosas rojas? ¿Chocolates? ¿Animales de peluche? ¿Coqueteo? Por favor! La mujer que se hace la difícil te aceptará las rosas con una sonrisa, las pondrá en agua, y no volverá a hablarte nunca más. La mujer que se hace la difícil odia a los animales de peluche, se empolvan y estorban; además, ya tienen de mascota a un perro. La mujer que se hace la difícil se sabe “el juego” del romance de pies a cabeza: sabe cuándo llamar, sabe cuándo colgar y, justo cuando crees que le llevas gran ventaja al escucharla decir que te extraña, se desvanecerá ante tus ojos.

Jamás podrás comprenderla, entenderla. No se entenderán, no habrá comunicación. No sabrán cómo decirlo y ella, tenlo por seguro, no lo dirá primero: su orgullo quemaría su voz antes que poner ante ti una debilidad. Porque así son las tan complicadas mujeres difíciles: ven cualquier muestra de sentimientos, cariño o afecto como un punto débil al que nadie debe de tener acceso. Nunca vas a verla vulnerable.

Y no porque no sufra. Todo lo contrario! Las mujeres que se hacen las difíciles sufren como nadie: lloran, se lamentan, no saben qué hacer, gritan, se enfadan, se decepcionan y vuelven a llorar porque tú hiciste algo malo y deshiciste algo bueno, o viceversa.

Se decepcionan. Se decepcionan terriblemente porque ellas esperan lo mejor de ti. Se decepcionan porque necesitan el romance, la nostalgia y, sobre todo, la caballerosidad. Ay, la caballerosidad!, que no te engañe: al tú abrirle la puerta del lugar mientras ella se coloca enfrente de ésta con los brazos cruzados y la mirada indiferente, una parte de su enorme corazón se va contigo.

Son frías, duras, distantes y distintas. Además, siempre les gusta ser diferentes, ser las correctas y maduras sabelotodos que realmente, a simple vista, parece que lo saben todo.

No te enamores de una chica que se hace la difícil, no. Insisto: no sabes con qué te estás metiendo.

Porque las mujeres que se hacen las difíciles se protegen, se resguardan hasta de sí mismas. Lo exageran todo, dramatizan cada acto tuyo en una tragedia porque escriben, porque leen, porque les gusta crear historias en las que ellas no son más que un personaje y para ti, como actor secundario, hay una lista entera de suplentes.

No se enamoran, no creen en el amor; lo consideran una mentira de su peor enemigo: la sociedad. Ellas creen en la pasión, en el romanticismo, en el drama. Las mujeres que se hacen las difíciles se encaprichan, se enganchan, se aprisionan, se encierran a un solo objetivo aun si éste no es digno de ser el blanco de lo más amoroso de su ser. Porque las mujeres difíciles así aman: terca, dolorosa, y caprichosamente; pero jamás por siempre.

Las mujeres que se hacen las difíciles te quieren a ti, echan de menos a otro, lloran por aquel que no conquistan de inmediato, sufren por el que se fue y las dejó atrás hace años, y a la única persona que aman es a sí mismas. Ya te lo digo, que son unas malditas. Cínicas. Van por allí con una sonrisita enmarcada en labios rojos y sin escotes vulgares, con esas palabras y tú, ingenuo, crees poder no sólo enamorarlas, sino incluso jugar con sus sentimientos.  Imbécil! Acabarás enamorado! Enamorado, dejado, rechazado. Triste. Y sin tu chica que se hace la difícil, que muy probablemente estará besando casualmente a algún desconocido al que vio muy atractivo físicamente y al que jamás va a permitirle volver a verla porque está consciente de que es un completo imbécil.

Y es que ellas tienen estas fantasías amorosas, tal como tú tienes tus fantasías sexuales. Ellas sueñan con besar a su profesor más joven, a un hombre mucho mayor, a un chico arrogante y rompecorazones con el que no tengan aparentemente nada en común, a un maldito imbécil que las destrozará y este dolor ya lo verán venir de manera que hasta podrán disfrutarlo como inspiración, a un deportista profesional con quien tan sólo llegarán a tener una relación cordial, a un actor famoso del que saldrán huyendo asustadas por sentir que éste invade su libertad, etc.

Sin embargo, a final de cuentas, las mujeres que se hacen las difíciles no son tan difíciles como aparentan. Existe una manera para llegar a su corazón: piensa en ella, échala de menos, sueña con ella, escríbele. No te garantizo que te amará, no te garantizo que no te rechazará; pero ten por seguro que ella, tal como le gusta leer cada tarde lluviosa, “valorará tu sencillo coraje de quererla”.

Para mantener a una mujer que se hace la difícil hay que dejarla, hay que perseguirla, hay que acorralarla, hay que soltarla, hay que ser un extraño y a la vez quien más la conozca, hay que darle su espacio, hay que ignorarla de vez en cuando, hay que dejarse crecer la barba, hay que aprender del arte y de la buena ortografía, hay que ser seguro de uno mismo o le darás asco con tus inseguridades superficiales, hay que ser intelectual y no aburrido, hay que ser guapo y arrogante porque feo y titubeante no le vas a servir para nada, hay que preferirla a ella de manera especial antes que a las demás, hay que darle libertad: libertad de irse, libertad de volver, libertad de quererte, libertad de odiarte, libertad de abofetearte y después besarte. Una pequeña conclusión con estas mujeres es que un “te odio” es la prueba más sincera que ellas tienen de decirte “me encantas”. Ellas no sueñan con cambiarte, ellas sueñan con encontrar ese detalle del cual puedan escribir sobre ti.

Así pues, amigo, las mujeres que se hacen las difíciles no son tan difíciles una vez que te das cuenta, que lo único complicado con una mujer que se hace la difícil es lo mucho que ella puede llegar a hacerte feliz.

Lo verdaderamente difícil es no enamorarte de ella.

2 comentarios:

  1. Miranda, me has embrujado de repente a sentir que te ha amado desde siempre, y todo sin conocerte.
    Cada mañana te veo pasar, con ese caminar pausado, y me quedo inmovil, sin poderme acercar, me envuelvo en tu cabello, en tus ojos, en ti. Y me pierdo y me encantaria encontrarme o me encuentres o te pierdas en mi. O mejor, por qué no te encuentras en mi?. Soy tu admirador, no solo de tu belleza, que resulta fascinante, sino de tu manera de escribir que es encantadora y un vicio para mi desde que te leí por primera vez. Ojala pronto me atreva a coincidir contigo, presentarme como el que hara todo para que te enamores de este pobre infeliz que desde que te vio quiere ser feliz contigo.

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  2. Otro Anónimo Conocido4 de junio de 2014, 9:43 p.m.

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